Crónicas marginales 1
La barricada, dio inicio a la mañana de un abril
estampado en el inconsciente colectivo: la rabia se apoderó de quienes en sus
cuerpos y mente sentían los efectos, la desesperanza y el dolor.
Una andanada por la desazón de los del común.
Una calle, un país.
La barriada: cerrada, sitiada.
En las cabezas solo había una idea: reapropiación de las riquezas.
La barriada.
La barricada: el bullicio por las esquinas y el
horror, que transmitía la televisión pública, al otro lado del muro
improvisado con: abanicos viejos, tanques, neveras,
contenedores y llantas un periodista , reportaba "vandalismo".
¡Desaprensivos marginados!
Y un niño corriendo por la univoca
y empedradas calle le dice a otro: “manito vamos, que le
tamo tirando piedra a un perro” mientras la
muchedumbre del arrabal lapidaba al francotirador escondido tras el
poste luz en la avenida, los niños jugaban al futuro, Otros
se aglomeraban para mirar.
Llegó el convoy.
Las ráfagas se escuchaban a kilómetros, por la
vieja callejuela, todxs huían a las balas, que, parecían centellas, los
colchones se adelantaron a las puertas de las casas.
¡Todo al mundo al suelo!
Recojan que los militares entraron .
.
Abanico de Herrera
Abril de 1984
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