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Mostrando entradas de octubre, 2017

Madrugada de octubre

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Se nos fue , una madrugada  de octubre. Un siniestro alteró la cotidianidad del pueblo, de unas vidas. Con él , un puñado de historias, vivencias  y recuerdos que ya fueron: el abuelo, la casa, las requisas, el sueño. El pasado,  tan contradictorio como la vida. Se nos fue: el primo de la comarca, el de los tiempos difíciles, el de las visitas en los días  duros de la dictadura, el que nos dio la mano en un tiempo que no fue nuestro. Con 86 años es mucho lo que se ha vivido y se  argumentará que la muerte es un fin en sí, destino humano, lugar donde iremos todas y todos. Pero, duele, nos duele  que ante la mirada atónita y la impotencia de un grupo de bomberos que no pudieron movilizarse: se carbonizaran unas razones, una vida, cúmulos de años . Muchas primaveras pasaron y otra vez, con el recién descubierto desarraigo ,  nos toca volver a las polvorientas calles del oeste.

Casa Materna: Cuentos del Desarraigo

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La verdad es que el desarraigo de nuestras madres  nos condicionó. No  nacimos en la frontera,  pero,  cada verano vibrábamos por ella. Crecimos con esa necesidad de suroeste,  de sur a lo profundo, de confines de la isla. Sentí Pensábamos el clerén, el mal paso y el contrabando como parte integra de nuestra existencia. Cuentos para dormir, siempre soñando con volver . Capitaleños marginales que anhelábamos el reencuentro,  el volver a los abuelos, a la  tierrita, las historias, a un espacio tiempo que no vivimos y queríamos atrapar . Al son de bachatas y remembranzas de un pasado atravesado por la carencia y el misterio. Gente que solo quería volver a su casa. Quienes se quedaron también exiliados, desarraigados,  siempre con ese sentimiento  de estar,  pero,  no ser parte, ese estar , pero,  siempre querer irse.

El Rebalón

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  Ruinas de Engombe.  Por aquellos años de 1990 nos vimos en la obligación de mudarnos a una civilización cercana pero distante, muchos  kilómetros hacia dentro, un lugar donde no había luz, ni agua, ni asfalto, y precariamente Vivían seres humanos. Lo que si había por cantidad en aquel inhóspito lugar, eran mosquitos, murciélagos, lodo, y muchos misterios enterrados en aquellas absurdas calles, otrora cementerio del dictador devenido en asentamiento para vivos. Con 4 años tengo estampas  de lo  deprimente de aquello: ruidos nocturnos, cuentos mañaneros de brujas que chupaban niños por las noches, violadores al asecho, movimientos de techos inexplicables; cucú, bacá, falta de luz, agua, recogida de basura, piso, tv.  Y mis ganas de olvidar mucho tiempo después. Cambiamos  el lugar donde nacimos, donde  se hallaba nuestra familia, estaban los amiguitos, los primxs , las calles, los  olores,  las alegrías, además recuerdo mi abuela y mi tío  que nos visit

Calle 2, 3 y Santa clara.

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Camina por las calles del barrio como un ciudadano más, siempre con una sonrisa en su rostro poniendo  en evidencia la falta de………..atención a las personas con  enfermedades mentales,  la vulnerabilidad de nuestro sistema y la solidaridad de nuestros barrios. En el barullo del mercado, la bachata, la guagua anunciadora, el jolgorio de los tigueres en la esquina, los motoristas, el zapatero , la sastrería y en las puertas de las casas, las viejas comentando el devenir entre el sueño y la marginalidad . Dice radio bemba que es primo de un funcionario importante. Con meridiana claridad algunos relatan  cómo una tarde de aquellas el Max bajó de un yipeta oficial, desembarcando en su nuevo hogar, calle 2, 3 y Santa Clara. Por las mañanas algún vecino saca una cubeta con agua o en su defecto una manguera, alguna ropa y  zapato viejo y El Max se asea ante la mirada  de transeúntes que van a sus respectivos trabajos  presos de realidad. De un lado para otro, haciendo
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Más que en una mixtura nos convertimos en olvido. Fuimos  poco a poco suprimiendo, enterrando, evitando, relegando de nuestra memoria ese lugar donde fuimos la tribu, pero, en la mirada,  en el habla,  había un tufo,  un halo que revoloteaba sobre las cabezas de aquellxs que no habitamos ese tiempo. Algunxs nos tocó, como las aves migratorias buscar lugar para ser, volar a otros espacios  con otros olores, colores  miradas desde donde dimensionar  nuestra existencia   para poder seguir. Al salir nos encontramos con: Los motorizados La gente que gozaba mucho Gente que iba y venía. Nunca se quedaba El orgullo de la negritud, la migración de los del norte que culminó en la estigmatización de todo     La disco con sus cuartillas de clerén Las hortalizas, con sus arrozales  y el amor por Tío Ho La casa de principios de siglo: reminiscencia de ese otro pasado a la inglesa.      Las ideas políticas que nos dividieron y la gran avenida  que nos