La Historia de Amelia Y sus encuentros Con Csanmartin

Revivir la historia es volver a sentir aquel frió en el estomago, es pensar como pude ser tan torpe de no identificar aquello y decirlo, es enfermarme de nuevo y creer que mi iba a morir. Ese cuerpo no era mío. !Estaba demasiado fea para causar esas reacciones!. Es un favor que te estoy haciendo, no sabes nada, eres bruta, no te da vergüenza. ¿sería yo que lo provocaba? ¡Es tu culpa por tener ese culo tan grande y con el provocarme! El tiempo ha pasado y sigue siendo difícil no sentir ese asco, ese sentimiento de soledad y ganas de irme muy lejos, donde nadie me conozca, donde a nadie le importe nada de mí, donde ser simplemente una exiliada. La palabra exilio es la más cercana para definir lo que en este momento deseo hacer, es mucho el engaño, la manipulación y sobretodo la duda sobre el dolor ajeno.

Fue justo  aquel día, ese día cuando me di el portazo con la puerta del Drink de la Gómez que comprendí  todo lo que sucedía,  aún así lo guardé para mí no lo entendía, no lo podía creer.   para ver positivamente mi vergüenza siempre me digo a mi misma: descuida chica las puertas  tienen un bonito simbolismo pues entras y sales, abren y cierran.   Lo cierto es que mi cuerpo negro,  insular y caribeño no registraba aquel dato, una prueba más de aquella mirada, cuerpo  y  gusto colonizado, colonizado por prejuicios,  por la negación de lo que realmente es,  la vergüenza de una  vida forjada a punta de raíces y cosas muy negras y la necesidad de validación . Ese día me di tremendo portazo, muchxs lo atribuyeron a las 5 jumbo que me había bajado desaprensivamente  y a la decepción  que venía camino de la Santiago a recogerme y hacer fiesta.