#TresRelatos


Las flores y Trina María




Una plantación de Trinitarias decoraba el frente de la Casa de Trina María, la comarca se engalanaba con las rosa-ditas, cuidadas como las hijas primeras de Trina: Ella había heredado el gusto por cultivar y  adorar  las trinitarias de su padre titilan el viejo.


De baja estatura, una sonrisa que cada tanto ponía en evidencia los hermosos dientes blancos de la negra Trina María, la mayor parte de esas sonrisas las provocaban las hermosas Trinitarias.  


La esquina de la casa de Trina , era referencia en kilómetros a la redonda y a la cuadrada también, por la  hermosa vista; referencia para caminantes perdidos, punto de encuentro.


Una mañana como de costumbre, Trina María salió al patio a regar sus Trini como les decía; conversaba con ellas, sabía si estaban triste, felices, falto de cariño o caricias, eran sus consentidas.


Una lata de aceite crisol, con muchos hoyos  era la regadera, esta  le permitía dividir el agua y regarlas  suavemente , gota por gota .


 Uno de esos vendedores ambulantes que transitaban por la barriada, ofertando productos, para vivir, dar vida, se quedó observando la  hermosa plantación de trinitarias;  absorto por  la belleza, embebido por lo bien organizada que estaban y, cómo embellecían la casa y el entorno,  dijo a Trina María

“Mire señora hágame un favor,  llámeme a su jefa;  la dueña de la casa,  a ver si me regala una matita de esas, pa plantarla en el  frente de la mía”.



El recóndito Lugar


Pedro de la concepción había logrado colocarse como maestro de sociología en la Universidad del Estado, una buena remuneración económica y una mejor vida le daría a su familia.


Un  día salió en su carro  cepillo, por  un lugar  recóndito, que apenas comenzaba a formarse a  buscar: vivienda o solar .


Por aquella época los empleados universitarios se asentaban allí:   en el lugar recóndito,  por  las facilidades de pago de las viviendas o terrenos a empleados.


Pedro de la concepción  estaba sudado, había dejado el cepillo, en la entrada de aquella calle maltrecha, empedrada, estaba harto de caminar y caminar sin encontrar nada que le complaciera. 
Divisó a lo lejos  cuando el cansancio le estaba ganando, una  deslumbrante mansión  y  un señor  sentado, en una silla de guano, con mirada pérdida frente a la hermosa vivienda.

Como,  si a un oasis hubiese  llegado,  se quedó mirando maravillado. De repente el señor salió del letargo y le preguntó con voz fuerte:

 ¿Qué le pasa amigo?
¿Lo puedo ayudar en algo?
¡Lo veo sudado!
¿Quiere un jarro   de agua?

Los  últimos años de la vida de Macario,  los pasaba en la tranquilidad que le daba un empleíto de sereno en la universidad del Estado, cada tanto amaneciendo , pero más tiempo en el calor de la casa que había soñado cuando  se desempeñaba como albañil.


Tenía el cuerpo fornido,  brazos enormes y mirada áspera, por años realizó  el trabajo de albañi por cuenta propia;  había pegado Block por todo el país, creció tirando mezcla, con el pañete a cuestas y siempre pensando que algún día juntaría para tener un hermoso lugar donde vivir.


Pedro de la Concepción acepto el  agua para refrescarse, con el jarro en las manos, observaba  el entorno, la casa a la vez ,   agradecía la gentileza y solidaridad a Macario , cuando tomó el último sorbo de agua dijo: “Don,  yo ando buscando casa o solar  para comprar” ¿Usted no sabe si el dueño de esta le interesaría  vender?



¿Y está maldita  loca de dónde salió?


Petra llegó a su casa, cansada, con hambre, desgreñada y aturdida, pensando que tendría que recoger el reguero de mezcla y barrer la polvareda que deja el cemento y los residuos del cemento.



Junto a su esposo había contratado un ingeniero para construir los segundo niveles de las casas que tenían en alquiler, desde su visión querían algo digno y organizado para ofertar a los sin techo; gente que no tiene donde guarecerse en un país donde esto es  lujo.



Petra llegó a la casa, subió al segundo nivel, encontró al ayudante de ingeniero midiendo las dimensiones del lugar , dijo:  buenos días


 “ El tipo no  me hizo caso, me miró  de pies a cabeza , detenidamente me observó, lo vi  distante como si : me veía  mover la boca , pero,  actuaba como si no me escuchaba   , para sus adentros pensaba el ,  digo yo”:¿Y está maldita  loca de dónde salió?


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