Juan de madrugada y la sacacia



Subido en un árbol, Juan resistía.


Luchaba  por la existencia, tenía toda la vida  jociando en aquel lugar  perdido del sur  .


Resistiendo,


Tratando de vivir.


Este momento era crucial para subsistencia : todo se llenaba de agua de forma estrepitosa, como si de algún lado que desconocía venia  una ola lenta que lo estaba inundando todo, mientras pasaba el tiempo más agua traía la lenta onda,  el lugar  se estaba convirtiendo en un marejada .


Todo pasó en cuestiones de minutos de una gran tranquilidad a un bullicio estruendoso, gritos de auxilio bajo el agua, la marea  fuerte y en la calma de la madrugada venia  rompiendo todo a su paso. 

Con desesperación Juan  se trepó en la mata de sacacia; legendario patrimonio de aquel lugar desértico, sentía que se rasgaban sus carnes al subir, pero, era preferible a caer en agua, no pesaba mucho, solo quería salvarse.


 La gente,  siempre se burlaba de el, por ser tan flaco, parecía  tísico, antes le molestaba,  esta vez  veía su cuerpo flaco como una especie de bendición, la sacacia  no se inmutaba con el arriba.


Mientras se acomodaba en el árbol, en la oscuridad de aquella madrugada de verano, Juan pensaba en el pasado, la familia que se fue, que nunca más vería  y como todo estaba a punto de culminar. Dos lágrimas enormes  y los temblores: manifestaciones típicas del miedo que se le metía hasta tuétanos , aún no tenía claro lo que estaba pasando.


Amaneció, Juan no sabía si estaba despierto o dormido, se sentía sonámbulo, aturdido, imaginó que estaba en el purgatorio y que todos los muertos tirados a su alrededor , el barro amarillo a sus pies y el ambiente espeluznante eran parte de la ornamentación de ese lugar que es  de paso, antes de llegar al cielo.


Mientras esquivaba los restos de seres humanos y el lodo amarillento , con los ojos cerrados elevaba  plegarias.



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