Madrugada de octubre





Se nos fue , una madrugada  de octubre.


Un siniestro alteró la cotidianidad del pueblo, de unas vidas.


Con él , un puñado de historias, vivencias  y recuerdos que ya fueron: el abuelo, la casa, las requisas, el sueño. El pasado,  tan contradictorio como la vida.


Se nos fue: el primo de la comarca, el de los tiempos difíciles, el de las visitas en los días  duros de la dictadura, el que nos dio la mano en un tiempo que no fue nuestro.


Con 86 años es mucho lo que se ha vivido y se  argumentará que la muerte es un fin en sí, destino humano, lugar donde iremos todas y todos.


Pero, duele, nos duele  que ante la mirada atónita y la impotencia de un grupo de bomberos que no pudieron movilizarse: se carbonizaran unas razones, una vida, cúmulos de años .


Muchas primaveras pasaron y otra vez, con el recién descubierto desarraigo ,  nos toca volver a las polvorientas calles del oeste.



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