Tenemos tantas historias metidas en el cuerpo, en la piel,  historias que palpitan, que nos vibran el alma, la mente, el estomago. La guasábara, la frontera, la persecución política, la envidia, el dolor y el desamor. El contrabando, el clerén, los muertos rondando, los vivos desaparecidos/as, quienes  huyeron, los que se quedaron, la tala de árboles, la quema de carbón y los cuentos  del desarraigo.

Mucho tiempo después nos descubrimos exiliados/as.

Luego llegaron los chinos, la barra de la tía abuela, las mujeres que bebían hasta por los codos, los motorizados, la  hortaliza, los juegos en la avenida, la mujer que no miraba, el hombre gavillero, la vida a orillas del Haina y los sueños de revolución.

Tenemos tantas historias que a veces creo que nos quieren salir por los ojos, recientemente nos colocamos al  costado izquierdo en la avenida de los juegos y decidimos contarla. 

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