La forma en que la familia ve al mundo siempre me ha parecido extraña, es como si el dolor y la pena fueran la excusa perfecta para reencontrarse, darse un  amor y cariño frisado por meses, a veces años, y justo cuando alguien muere salen del refrigerador todos esos aromas, sueños y frustraciones de un antaño entre Guasábaras, Bayahonda y resequedad.

Dicen que el clima moldea el carácter de las personas, quizás por ahí encuentre alguna explicación.

Es una filosofía rara la de esta familia.

Supongo que en la Frontera las cosas son diferentes, por eso que dicen, qué es tierra de paso, nunca un lugar para quedarse. La familia lo ha asumido y ciertamente es muy de paso, muy de funeral, nunca un espacio/tiempo  para quedarse y cuando digo esto me refiero a las ilusiones de volver en días festivos, en veladas o en verbenas.

Siempre volvemos a los funerales.

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