La chica se sentó en un banco de la plaza se quitó los kilo-  métricos tacones y se puso unas chancletas tan planas que parecía descalza, Cuando  observé Aquella escena, ante mi vista se presentaron una sucesión de imágenes sueltas acerca de mi historia con los tacones, lo difícil de andar en la calle con ellos, lo imposible de sentirme cómoda.

Apareció el recuerdo de aquel día:

Una amiga celebraba su cumpleaños y se requería mi presencia allí, antes de ir a la fiesta debía pasar por la Universidad a tomar mi clase de Ciencias Políticas.

Como buena inexperta, con poco dominio de los pro y los contra, lo oportuno o inoportuno de usar zapatos altos, Salí de mi casa con tremendos zapatazos.

Todo parecía marchar bien, me monte en mi guagua 

      Segura 

Bella

       Y     arrolladora.

Al bajar de la guagua inició lo que yo llamo mi pequeño calvario.

Cuando pongo los pies en la calle se me dobla de manera estrepitosa el pie derecho,  yo con cara de avergonzada además de adolorida enderezo  y continuo la traumática marcha.

Llego a la puerta de la universidad a tientas consciente de que mi estabilidad duraría poco, y es en ese instante donde los dos pies se retuercen al mismo tiempo.
                                                                       
Cuando era inminente el hecho de que me comería el piso, apareció un joven qué,  cual héroe de principios de la nueva era  con cara de estupor, un poco de vergüenza ajena, con una pizquita de pena me agarró.

Este joven me llevó de brazo hasta la entrada de la Facultad y en la explanada se despide, me desea suerte en el gran desafío de subir a la 3ra planta del enorme edificio.

El gran reto en este momento era llegar con pies  al aula 309

La decisión fue rápida, simple y consciente

Llegue descalza a mi clase de política 3

para aquel momento ni recordaba que iría  a una fiesta



2012
          

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