Vértigo


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La sensación de que se movía mi piso estaba allí; la ciudad consternada y en bullicio, existiendo a pesar de la gran aflicción selectiva y silenciada que nos habita.


Desde arriba, el vértigo me arropaba, volví a ese pasado, cuando subir la montaña Rusa se constituía en un acto de convencimiento hacia mí, el miedo no me dejaba fluir.


Segundos largos, un minuto, que, en imágenes mentales: una vida; tembloroso el cuerpo y mirada de loca.


La fobia volvió.


Vertiginoso ver las cabecitas transitar, los autos presurosos y yo con ganas de vocear.


El pavimento me recibió a tientas, con temblores, mareada, con el sobresalto de la altura, minutos después la calle seguía siendo ajena, lejana, me sentí por instante, fuera.

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