Mili se convirtió en una gran lágrima


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Se abrazaba de la tumba.


Lloraba desconsolada.


Cada día bajaba una libra, ya no comía, solo lloraba.


Se vestía de blanco y todas las tardes caminaba al cementerio municipal.


Un velo blanco en su cabeza y un tranquilo andar: como ida, en el aire, pensando en aquel día: cuando Juan  se accidentó y súbitamente murió la idea de matrimonio, súbitamente su alma se trasladó a otro plano, de forma estrepitosa la vida se le comenzó a ir por los ojos.


Mili se convirtió en una gran lágrima, se había ido con Juan.

Vestidos
Anillos
Velas
Flores


Y las niñas del barrio jugando a ser las damas de una boda imaginaria, una boda que sucedía en la cabeza, en otro tiempo.


Todos los días Mili tomaba el café y salía al cementerio.


Como un ritual de presencia, para no olvidar, visitaba la tumba, se abrazaba a la lapida, una sensación de abrazar el cuerpo que la contenía, el día transcurría, calmado para algunas, menos para la madre de mili que ya sabía dónde buscarla.


Compungidos y en solidaridad el “Sacatecas” y el portero del cementerio comentaban las acciones de la muchacha loca que venía todos los días. Un acuerdo tácito entre estos y la madre de Mili la protegía y le permitían días enteros en la necrópolis.


Psiquiatras
Nutricionistas
Brujos 


Comentarios de las señoras de bien

Sesiones para que vuelva en sí y los niños del barrio jugando a ser  chambelanes de la ceremonia.


La lluvia mojaba las calles, las inundaba,  el ambiente  enrarecido y un tanto bucólico,  aquel día un revés hizo que Mili estuviera  hasta las 6 de la tarde cuando cerraba el campo santo.


Tengo que cerrar, está loca me tiene harto, la tenemos que sacar”


 Un forcejeo con el portero que la puso detrás del portón, agarrando las verjas, llorando desconsolada mientras  su madre iba a rescatarla de aquel cuadro de dolor.

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