Camina por las calles del barrio como un ciudadano más, siempre con una sonrisa en su rostro poniendo en evidencia la falta de………..atención a las personas con enfermedades mentales, la vulnerabilidad de nuestro sistema y la solidaridad de nuestros barrios. En el barullo del mercado, la bachata, la guagua anunciadora, el jolgorio de los tigueres en la esquina, los motoristas, el zapatero , la sastrería y en las puertas de las casas, las viejas comentando el devenir entre el sueño y la marginalidad . Dice radio bemba que es primo de un funcionario importante. Con meridiana claridad algunos relatan cómo una tarde de aquellas el Max bajó de un yipeta oficial, desembarcando en su nuevo hogar, calle 2, 3 y Santa Clara. Por las mañanas algún vecino saca una cubeta con agua o en su defecto una manguera, alguna ropa y zapato viejo y El Max se asea ante la mirada de transeúntes que van a sus respectivos trabajos presos de realidad. ...
Aquellas noches el alcohol fue vertido en la herida, 21 copas de vino. Una herida profunda; como un tumor maligno propagado por las vías sanguíneas, aquella noche hizo metástasis;una explosión desde lo profundo del hígado, 21 botellas de romo: el alcohol estaba cociendo al estilo de los puntos de sutura, la herida de todos los tiempos. Aquel boquete producía el alcohol. Aquellas noches a sangre fría recorría como el agua del canal Donde nos bañábamos cuando éramos niños; por cada fisura, cada parte del cuerpo, un mandato acuoso revelado desde otra dimensión.Una boca imitando el alambique . 21 botellas de cervezas: El alcohol fue arrojado, por el despeñadero en el que nos convertimos. 21 botellas de Tafia : El alcohol estaba suturando la herida.
Mari soñaba con ser escritora, una de esas escritoras de fama mundial, de esas que escriben los libros que su mamá le traía del trabajo. Su madre era encuadernadora en la editora más famosa del pueblo, los libros mal cortados, o defectuosos los llevaba a casa. Mary era una niña despierta, hacía amistad con otros niños, conversaba, jugaba, a su madre le preocupaba la propensión de aquella niña a solo jugar con niños y juegos que eran para niños. Mari soñaba con irse de aquel pueblecito, su madre tenía otros planes, doña María quería que Mary fuera una niña de bien, más femenina y también quería que continuara la tradición familiar, ser maestra como ella, sus tías, cómo la abuela. Mary tomó la decisión, se fue a la gran ciudad a buscar su sueños, mientras doña María, una mujer jubilada pasa la mayor parte del día sentada en el diván de su casa amasando los recuerdos con su pequeña Mary que nunca más ha vuelto por aquel pueblecito.
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