Onorio Sena: Mitad de aquí, mitad de allá
Aquel día todo se nubló en las calles de la frontera, cuentan negros de la comarca que aquello era como una "invasión de negros del otro lado" la 27 se llenó de emigrantes que huían a la sequía, el hambre, la sinrazón.
El ruido que hacen los caballos en la
calle recién asfaltada , el clerén, la bachata las viejas en las puertas de las casas, las vendedoras con las cubetas en la cabeza y las mujeres tostando maní en el parque, presentían , hablaban de un ambiente raro, de que algo iba a pasar.
Nunca imaginaria su destino ni el de su familia el finado Onorio Sena , hombre de pelo en pecho, mitad de aquí mitad de allá,
bondadoso, arbitrario, con su sombrero negro de fieltro generaba en quien se le
acercaba un respeto alucinante.
Hombre de parrandas interminables , incansable en el trabajo, con su botella de clerén, su radito
metido en los cerones y una burriquita llamada Bruni
se perdía por la montaña, la loma que le dicen, tierra de nadie , mitad aquí mitad allá.
Corrían las seis de
la tarde, nadie entendía que pasaba, Onorio no llegaba, en su lugar venia una brisa suave, unas bachatas que se escuchaban a
lo lejos en un idioma ininteligible, un olor caña, un tanto parecido al clerén
pero, resultaba fuerte para los charisco, lo funiero, los arrolleros y demás habitantes de confines de la isla.
A las ocho de la noche ya todos lo imaginaban: la tragedia se posaba en aquel paraje ,
fueron en búsqueda de sena, que por
la loma se hallaba, en el camino encontraron a la burriquita envuelta en la maleza , con los dos
cerones a cuestas y la radio sintonizada en frecuencia binacional .
Por ningún lado encontraron a Onorio , ni la botella de clerén.
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