La Historia de Amelia Y sus encuentros Con Csanmartin

Sensación de todo y nada Minúscula historia desarrollada desde la orilla  Cuanto sabia , cuanto desconozco ¡Qué perdida estoy! Me fui pa la frontera: la guasábara me conecta, pero, algo falta   Vuelvo a Bayona:  el peje que fuma, la salsa el son y las cosas no dicha Algo sigue faltando…. Salto el charco en la Altagracia, me pierdo en bullicio de la zona, esa que me robó la mamá por años, que me hizo carenciada, marginal, ermitaña. ¡Coño!  ¡Que perdida estoy! Fuera de contexto Ahogada de realidad Lo que se quiere Lo que se debe Y lo que es Sigo estando perdida

Las miradas que miraban Ojos que no veían En el espacio se entretejían historias Se cruzaban penas Penas Penas Y más penas. Esta vez me tocó como espectadora !Ya era hora! Tocó alzar la barbilla, abrir los sentidos más allá del cuerpo,   por encima de los olores y experiencia. Ayer lo vi, la vi, me vi, nos vimos Fuimos testigos, jueces y parte Protagonistas, actores y actrices Hijos e hijas de causalidades.

Lluvia con sol. Brisa con lluvia. Invierno caluroso en la barriada. Nos sorprende el húmedo invierno por la Isabel Aguiar: el hollín,   las industrias y sus obreros, los guagüeros y  los motoristas que se guarecen en las galerías de quienes prometieron progreso para habitantes de esta orilla. Y se trastoca la cotidianidad. Y el tiguere  sale corriendo, se quilla, se pregunta por esta lluvia en pleno febrero ya no será posible enderezar las esquinas, vocear la vecina, comer boca en la misma  esquina, mucho menos,   m ecaniquiar el Chevrolet Camaro del 69 con tremendo chaparrón. La   calle se convierte en un brazo de mar,   los niños improvisan barcos que navegan contracorriente con los huacales de camilo,   que trata de seguir vendiendo su fritura como si no pasara nada. 6 de la tarde de este lado Pasa la lluvia, continua el sol su marcha hacia el ocaso Comienza a subir la música...

Así como en las novelas con las que crecimos A la luz del amor romántico Te amo. Te quiero Te adoro Pero.. Pero.. Pero……………….. Y no hay pero que valga, esos sentimientos que invaden cada tanto, ráfagas de viejos culebrones noventeros ,  llegaron una mañana del   invierno isleño,   como una vaina rara, una cosa del otro mundo. Un huracán en islas menores que  borrò todo lo que fue Y fue allí donde se rompió la taza, se rompieron parámetros  Los caminos tomaron sus caminos Se iluminaron las miradas  las vainas empezaron a ser lo que no se esperaba. 

"Fue   un tiempo febril, También  tiempo de frutos maduros, un tiempo que se auto/ nombraba: Nuestro. Tiempo que no fue tiempo, más bien: Espera, Construcción, Perdida". Fin de la cita. Los efectos secundarios tardaban   en marcharse, como: una “fiebre mala”  "un mal tiempo" , "una mala hora".  Fueron muchos los gazapos, las mierdas incubadas.  El estallido y  los grandes hallazgos del tiempo que no fue tiempo; hermosos, titilantes,   beligerantes y redefinitorios. De hecho los tiempos en los seres humanos son diversos  y en verdad, en el tiempo que no fue tiempo lo palpamos, lo vivimos, lo sufrimos.